Augusto Monterroso
En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra.
Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.

Así, siguiendo con el genio de Monterrosso, transfigura una actitud tremendamente humana en una metáfora cargada de un sarcasmo ingenioso y refinado.
Nuevamente nos encontramos con este género llamado Microcuento, en donde en muy pocas líneas aparece una estructura narrativa sólida y completa, con todas sus partes bien desarrolladas a un nivel mínimo, en cantidad, jamás en calidad, pues Monterrosso no escatima en expresividad al narrar la historia de un pueblo entero, quizás, de la humanidad, llevando el climax de la narración a exactamente un paso antes del final, que lanza de una manera directa y sin rodeos, concluyendo lo único que podía concluirse de un fenómeno del que tantas esculturas tristemente nos recuerdan como cierto.
Nos interesaba mostrar este tipo de relatos, que por cierto continuaremos mostrando, por que es fundamental entender la diversidad de posibilidades que ofrecen las letras.
Acostumbramos, en los colegios, a ver los recursos más tradicionales de la escritura, cosa que no está mal, hay que de alguna forma sacarle partido al poco tiempo que ofrece el programa educacional, que por cierto, no es mucho. Y para quienes resulten interesados, los pocos que, o bien, hayan tenido la suerte de estudiar con un profesor capaz de mostrarle a los alumnos el por qué le encantan esos temas, y algo le haya quedado, o bien, aquellos que por motu propio han desarrollado un interés en las artes de las palabras, y quieren aprender más de las posibilidades que se ofrecen.
Pues aquí hay un ejemplo más de un buen uso de libertad creativa, en directa relación con extrema expresividad a la hora de proponer un modo de narrar.
Monterrosso es uno, por no decir él más grande de los expositores de este género y su trabajo ha inspirado a muchos, de una manera que consideramos excelente, por ejemplo, la gran cantidad de concursos juveniles de microrelato que han aparecido en los últimos cinco años dan muestra de un interés de los más jóvenes de, justamente, ir aprehendiendo nuevos modos de decir lo que tengan que decir.
Tanto se podría hablar de la técnica y la estructura de este relato, en términos linguisticos y literarios, pero lo dejaremos hasta aquí, esperando adentrarnos más en esas áreas en una próxima entrada.